7 lecciones que aprendí tras ser padre

Tener un hijo te cambia la vida. Y cuando crees que ya has aprendido todo, llega otro y te demuestra que estabas equivocado. 

Como fundador de una empresa, siempre he pensado que el liderazgo, la toma de decisiones y la mentalidad eran mis grandes áreas de aprendizaje. 

Pero la paternidad me ha dado algunas de las lecciones más valiosas, no solo como persona, sino también como empresario.

Aquí van 7 cosas que he aprendido desde que soy padre.

1. El miedo es bueno

Si alguna vez has pensado que conocías el miedo, ten un hijo. De repente, cada decisión pesa el doble, porque no solo te afecta a ti, sino a alguien más vulnerable. Un resfriado te preocupa más de lo normal, un paso en falso en el parque te acelera el corazón.

Pero contrario a lo que muchos creen, ese miedo no es malo. Al contrario, es el mecanismo que te obliga a pensar mejor, a tomar precauciones y a estar presente. 

Lo mismo pasa en los negocios: el miedo bien gestionado te ayuda a tomar decisiones más meditadas, a evaluar riesgos con más criterio. Lo peligroso no es sentirlo, sino dejar que te paralice. Un emprendedor sin miedo es un imprudente; un emprendedor dominado por el miedo, un fracasado.

2. La paciencia es un superpoder

Si piensas que dirigir un equipo es difícil, prueba a calmar a un niño de dos años en plena rabieta. La paciencia no es solo una virtud, es una herramienta de gestión. 

Aprender a escuchar, a esperar el momento adecuado y a no reaccionar impulsivamente marca la diferencia tanto en casa como en la empresa. 

Si tienes la capacidad de dejar pasar un tiempo entre que recibes el estímulo y das la respuesta, te aseguro que tomarás muchas más decisiones buenas que malas. 

3. Menos es más

Los niños no necesitan mil juguetes, igual que un negocio no necesita mil proyectos abiertos. La clave está en lo esencial: tiempo de calidad, atención plena y cariño. 

Lo mismo ocurre en el mundo empresarial: enfocarte en lo realmente importante es lo que te lleva lejos. La dispersión solo genera agotamiento y resultados mediocres.

Como ya he contado en otra ocasión: “Lánzale a alguien una bola y la cogerá. Lánzale a alguien tres bolas y no cogerá ninguna”

4. Dormir es un lujo… y una necesidad

Si algo me ha enseñado la paternidad es que el sueño es sagrado. Y en los negocios pasa lo mismo. Creemos que trabajar más horas nos hace más productivos, pero la realidad es que, como ya te conté en este post, una mente descansada toma mejores decisiones. 

Aunque ahora lo que está de moda es dormir 4 horas, levantarse a las 3 de la mañana y hacer 100 flexiones antes de que salga el sol, te aseguro que el mejor avance que puedes hacer en un proyecto es irte a dormir y retomarlo con energía renovada.

5. No puedes controlarlo todo

Antes de ser padre, creía que con la planificación adecuada todo estaba bajo control, y de hecho me sentía mal cuando esto no ocurría. Luego te das cuenta de que el caos es parte de la vida. 

Aprender a adaptarte, a reaccionar rápido y a no frustrarte cuando las cosas no salen como esperabas es una habilidad clave tanto en la crianza como en el emprendimiento.

La vida, por suerte, no es un camino de línea recta, así que cuanto más intentes controlar todas las variables, antes llegará un cisne negro que acabe con todos tus planes (y si no recuerda el año 2020…). 

6. El tiempo es la mejor inversión

No hay dinero en el mundo que valga más que una tarde con tu hijo. Y en los negocios, la mayor inversión no es el capital, sino el tiempo que dedicas a las cosas que realmente importan. 

Construir una empresa sólida, formar un buen equipo, desarrollar un producto excelente… todo esto lleva tiempo. Y no se puede acelerar.

Recuerda la ley de Pareto: “El 20% de las cosas que hacemos nos dan el 80% de los resultados”

7. El amor cambia las reglas del juego

La paternidad me ha enseñado que cuando algo te importa de verdad, tu nivel de compromiso cambia y ves la vida con otros ojos. 

Es lo mismo que pasa cuando amas lo que haces en los negocios: trabajas con más ganas, te esfuerzas más y encuentras energía donde no creías que quedaba. 

El amor, en todas sus formas, es el mayor motor de la vida, así que debes intentar ser como ese hombre que ayudó a que llegáramos a la Luna y buscar tu propósito para desempeñar tu trabajo con amor todos los días.

Esa y no otra será una de las razones de tu plenitud. 

Ser padre es el mayor reto y la mayor lección que he tenido en la vida. Y lo mejor de todo es que esto no ha hecho más que empezar.

Fran Yúfera