En el post de hoy seré breve, pero quiero que te quedes con una idea que me ha hecho conseguir muchas de las cosas que tengo hoy en día.
Y es que conozco a mucha gente que se queja constantemente de que no le pasan cosas relevantes en su vida, que todo es muy “aburrido” y que mientras que a ellos no se le presentan oportunidades, hay otras personas a las que parece que cada día les viene una nueva.
Lee atentamente: para que PASEN cosas tienes que HACER cosas.
Sí, sé que en la teoría parece algo sencillo pero te aseguro que en la práctica muy poca gente lo lleva a cabo. La exposición duele, sobre todo cuando la comodidad del sofá nos empuja con toda su fuerza.
Nuestro cerebro está programado para “acomodarse” en las situaciones que no le suponen un peligro y evitar a toda costa el cambio. Como si lo desconocido fuera algo peligroso por su propia definición.
Sin embargo, como te decía al principio, las mejores cosas que he conseguido en mi vida (y me consta que también le ha ocurrido así a muchos de los que me rodean) han sido gracias a exponerme a lo desconocido.
Es como si más allá de eso que conocemos hubiera un destino reservado únicamente para aquellos que se atreven a tocar todas las puertas sabiendo que en ocasiones el peligro de quedarnos en el lugar que estamos es mayor que el de intentar avanzar.
El chico que me abordó en el gimnasio hace tres meses ahora es uno de los mejores analistas financieros. Sabía perfectamente la teoría, simplemente le faltaba dar con un click que posiblemente no habría dado si no se hubiera atrevido a preguntarme.
Los dos chicos con los que ahora trabajo la mayoría de cosas del ámbito digital me solicitaron tomar un café el pasado mes de enero. Así, sin más, de forma directa. 10 meses después trabajamos mano a mano todos los días y hemos creado un vínculo genial.
Exponerse a situaciones es lo que ha dado la oportunidad a todas esas personas.
En mi propio caso, cuando fundamos PCComponentes nadie nos quería financiar. Yo y mi socio Alfonso tuvimos que recorrer todos los bancos de la zona para ver si alguno nos financiaba.
Al final, conseguimos dar con uno de ellos que fue capaz de exponerse a ese mínimo riesgo. Hoy ese banco agradece haber confiado en nuestro proyecto mientras los otros se lamentan de no haberse subido a nuestro barco.
Recuerda: para que pasen cosas, debes hacer cosas.
No dejes de tocar puertas.