Lo confieso: no soy el primero en utilizar la expresión “fracasa deprisa». Muchos gurús la utilizan hoy en día para animar a los jóvenes a que tomen decisiones de forma rápida e intuitiva y a su vez resten importancia a aquello que no sale bien.
A su vez, esta expresión podría decirse que es una evolución de la expresión romana “memento mori”, que se utilizaba sobre todo para recordar a los emperadores que ganaban una guerra que eran personas mortales.
De alguna forma eso mismo que te hace mantener los pies en la tierra es a su vez lo que te hace no temer a equivocarte. Si me voy a morir, al menos exprimiré al máximo lo que tengo ahora.
Siempre digo que el fracaso es el precio del éxito. Me hace recordar que muchas personas tienen tanto miedo que el mero hecho de intentarlo es para ellos un lujo que no se pueden permitir.
Yo mismo he temido muchas veces quedar en ridículo si fracasaba, dejando pasar muchas oportunidades que me han surgido durante toda mi vida.
Y aunque siempre tenemos mucha parte de responsabilidad en todo lo que hacemos, en este caso te compro eso de que el entorno influye. Vivimos en una sociedad en la que fracasar es visto como algo malo.
Sin embargo, fracasar es bueno. Qué digo bueno, es más que bueno, ¡fracasar es genial! No puede haber éxito sin fracaso. Es parte del proceso. Las empresas y las personas que han alcanzado la cima del éxito son las mismas que más fracasos han tenido. Para ganar tienes que fracasar. Y cuanto antes fracases, antes aprenderás qué necesitas hacer exactamente para ganar.
Asi que, fracasa deprisa. Fracasa más que la persona que eras antes. Pero ojo, no vale con fracasar por fracasar. Tienes que fracasar con un propósito y, sobre todo, tienes que aprender la lección tras cada uno de esos golpes. No debes volverte más duro, debes volverte “antifrágil”. Cada golpe que te lleves tiene que hacerte más fuerte.
¿Y los demás? No importa lo que los demás piensen de ti. Lo único que importa es lo que tu pienses de ti. Desperdiciamos demasiada energía preocupándonos por las opiniones de los demás. Deseando caer bien y necesitando complacer.
El verdadero desarrollo personal implica estar por encima de la aprobación social y buscar la autoaprobación. El éxito no es un concurso de popularidad. Y al final del día lo que de verdad importa es si has sido fiel a ti mismo.
No pretendo cambiar el mundo, pero en el pedacito de tierra que me tocó vivir deseo hacer la diferencia. Y para ello voy a seguir fracasando, cueste lo que cueste.