Testimonio escrito por un oficial médico reservista desplegado en Valencia tras la tragedia de la DANA.
Después de llevar un tiempo aquí (y el que me queda no puedo sentirme más orgulloso de estar donde estoy y hacer lo que hago.
Orgulloso de mi gente y de mis Fuerzas Armadas (política al margen).
Lo que estoy viendo es algo duro y bonito al mismo tiempo. Duro porque hacía años que España no se veía azotada por una catástrofe de estas magnitudes. Esa pérdida de vidas humanas.
Sin embargo, a la vez estoy emocionado y feliz de ver la respuesta de la gente y de mis compañeros.
Me produce alegría ver que en estos momentos se afianza la parte más desconocida de la profesión médica, que consiste en curar y aliviar el sufrimiento humano.
Contrario a lo que mucha gente piensa, esta cura y alivio muchas veces no necesitan de conocimientos ni experiencia, sino que suelen ir más ligadas al cariño y la empatía con la persona que tenemos delante.
A los pueblos que vamos somos recibidos con los brazos abiertos, a pesar del triste cometido en el que nos encontramos ahora mismo, la búsqueda y recuperación de cuerpos.
Me quedo con el abrazo de esa mujer mayor sobre el puente de Gestalgar con lágrimas en sus ojos; mirando la estampa del desastre; además de la pérdida de seres queridos suyos, incluido su hijo de 53 años después de una larga enfermedad.
Me quedo con el abrazo y la mirada de ese familiar al comunicarle que hemos encontrado a su tío y podrán darle descanso eterno.
Me quedo con ese niño que juega con su pelota en las inmediaciones de Massanassa, pasándome su balón para que se lo devuelva y así poder evadir un poco tanta tristeza.
Me quedo con ese desayuno invitado en el bar a la entrada del pueblo, Pedralba, mientras su dueño nos cuenta las 8h que paso con el agua hasta la cadera con su podenca en brazos, hasta que pudieron salir y buscar refugio.
Me quedo con ese hombre mayor en Cheste que llora al haber perdido su casa y, lo que más le duele; todos los recuerdos de su mujer difunta hace 4 meses.
Pero si me tengo que quedar con algo; me quedo con el amor y el cariño que nos estamos dando los unos a los otros, con el esfuerzo incondicional de las Fuerzas Armadas, de los jóvenes llegados de todas las partes del país y con las muestras de generosidad de aquellos a quienes no les ha ido tan mal.